jueves, 25 de enero de 2007

El aborto en Colombia: Gesta Quijotesca

Por Fernando Fernández

Octubre 8 de 2005

Mi estimado Nelson,

Cuánto me alegró el encontrar amplias coincidencias en tu respuesta a mis recientes cotas, así como tu aportación al espinoso pero ineludible tema del aborto, que ahora, con retraso y prejuicios, estamos discutiendo en Colombia.

Recordar ante todo que el propósito de mi discurso no es expresión contra quienes, debido a su mentalidad religiosa u otra, se oponen al empleo del aborto. No mentaría frase en este escrito para tratar de convencer a alguien sobre la necesidad de tener una legislación favorable a la resolución de este grave problema de salud pública. Cada cual con sus ideas. Mi brega es para que sea respetado el pacto laico de nuestro estado de derecho. Ergo, no encuentro justificable, dentro de este marco laico, injerencias de facciones religiosas en las leyes del estado. Tampoco es mi meta en estas notas abogar por un cambio ideológico de la iglesia -aunque bien lo necesite-, que “su dios me libre”, allá ella y sus profetas en su esfera que debe permanecerles privada, mi pretensión es evitar que haya intrusión en nuestro estado de derecho laico.

Se intensifica la necesidad de un hablar directo y afanoso en la medida que se escuchan disparates anti-laicos como los que pronuncia Bush el presidente planetario, que sencilla y llanamente justifica sus acciones bélicas, y otras, con un “…Dios me lo ordenó…”. Peligroso, opino, tener un grupo de personas (religiosas y gobernantes) que rigen el mundo y el país y que reciben, imaginarias ordenanzas divinas. ¿A dónde llegaremos? Creería uno que esos tiempos medievalescos ya estaban superados. Pues no, vana y cándida ilusión. Imposible e imprudente bajar la guardia, por cualquier rendija se nos cuela el oscurantismo, del que algunos no han querido salir.

Entre los múltiples ejemplos de opositores a la legalización del aborto que hubiera podido haber citado en mi escrito anterior, me pareció oportuno escoger, a guisa de brevedad sólo aquellos de mayor significancia, como es el caso de los ilustres colombianos Darío Castrillón Hoyos, Trujillo, Rubiano, monseñores todos, que se oponen al aborto y quienes gozan de gran importancia e influencia “ideológica” tanto a nivel colombiano como a nivel mundial. Recordemos que Trujillo instó recientemente a la desobediencia civil a los jueces españoles a propósito de la nueva ley de matrimonios, tajante dijo: “Los católicos tienen que obedecer antes la ley de Dios que la de los hombres”. Frasecilla inquisitorial que generó, aparte de una polémica de gran tufo anti-laico, la adhesión ilegal de un número de funcionarios españoles. Claramente una injerencia en el estado laico español, por parte de un alto representante del clero.

Muy a propósito es tu auto-pregunta, sobre cuya respuesta también tengo mis vacilaciones, dices: “¿...hay curas o católicos practicantes en Colombia que piensen que el aborto (terapéutico, por el momento) o los contraceptivos NO son «pecado»?”. Puesto que la respuesta no es, a priori, intuitiva, hay necesidad de que tales voces -si existen- se hagan audibles, de lo contrario seguirá dominando la incertidumbre de las hipótesis sin bases sólidas. ¡Qué tales voces hablen o al menos ronroneen, que se atrevan a pronunciarse! Poco o ningún beneficio se le hace al mundo de las ideas y del debate mientras éstas permanecen mudas, el mundo autista es de difícil y a veces de imposible interpretación. Urgente y benéfico para nuestra sociedad que las supuestas voces disonantes eclesiásticas marquen explícitamente las conductas a su grey. La revolución silenciosa no funciona, ni Gandhi lo creyó.

Hay que reconocer que algunos que han hablado, sobre otros temas controvertidos tanto en Colombia como en otras latitudes han sido expresamente silenciadas. Escojo casos concretos y no marginales: cito a Gaillot, de quien tú das razón, aún recuerdo en mis días en Francia cuando este innovador monseñor era piedra en el zapato de la curia tradicional debido a su franco hablar, a su expresión sin tapujos, lo cual le valió, el hacerse acreedor a la fantasma diócesis de Paternina que según los arqueólogos quedaba, en el siglo V, en el norte de África, por fortuna ni esta “distinción” logró acallarlo y recientemente se manifestó en contra de colocar una referencia al cristianismo en el proyecto de constitución europea. Rayos y centellas expulsaron quienes ya habían hecho el indebido lobbing para la inclusión de este adefesio en la normativa laica europea.

Cómo olvidar a los teólogos Hans Küng o el brasileño Leonardo Boff silenciados por Ratzinger cuando dirigía, hasta hace muy poco, la institución que sucedió a la Santa Inquisición. Por fortuna para ellos los autos de fe ya no existen, al menos físicamente, sin embargo sí fueron apartados del clero y silenciados.

Habrá de recordarse en Colombia al cura Llano que a pesar de su delicada pluma y de sus matices y pericias lingüísticas lograba en el periódico El Tiempo inyectar cambio de mentalidades; consecuencia de la osadía: orden de silencio le fue impuesta por Rubiano, sanción de mutismo. Reducido, el desdichado, a hablar sólo de temas no comprometedores como la bio-ética y de distribuir algunos escritos en circuito cerrado, ultra-restringido; sin embargo, recientemente, y con menos matiz, rompió silencio indicando públicamente que su mudez era fruto de la mordaza que le impusieron sus jefes espirituales y que él las acataba a regañadientes. Tampoco habrá de olvidarse al otro cura colombiano Gallo, muy estimado y popular, que por ser alérgico al bozal prefirió, hacer mutis por el foro y colgar los hábitos. Y ahora se dedica con más libertad a escribir en periódicos y a llenar salas con gentes ávidas de palabras nuevas y libres.

Podríamos continuar con una interminable lista, que nos confirmaría aún más que los casos que hemos citado no son aislados, sino la generalidad; el clero impide que su grey hable libremente, sólo tienen cabida las ideas tradicionales, sin discusión, que deben ser aceptadas “sumisamente” so pena de ser acalladas.

Yo me reafirmo en lo expresado en mi artículo y me reconforta el apoyo de quienes en público o en privado han apoyado mi premisa: “Gran parte de esta morosidad en el cambio es imputable a la mentalidad judeo-cristiana imperante, la cual nos domó las neuronas, convirtió en pecado cualquier idea o eventualidad innovadora e intimidó mediante amenazas de tormentos infernales, en otras pretendidas vidas, a quienes se aventuren a contrariar estas tan sacras como innecesarias normas.”

Comparto contigo que entre las excepciones judeo-cristinas memorables hay que considerar a Teilhard de Chardin y más aún si recordamos que entre las tesis fundamentales de este contemporáneo jesuita figuraba: ”El cosmos en todos sus aspectos, inclusive la humanidad, debe entenderse única y exclusivamente como evolución permanente en la que cada fase tiene su propio tiempo”. Pues justamente, y con fidelidad a sus palabras, el tiempo de cambio, la necesidad de permuta de fase llegó. Una necesidad imperiosa de imponer ideas laicas, sin desmedro de las religiosas mientras éstas permanezcan en el ámbito de lo privado. El aborto es uno de estos casos.

En cuanto al tema de tolerancia, qué bien que lo mencionas para poder ratificar mi total acuerdo y adhesión a las tesis volterianas, de cuyo autor soy gran admirador; por eso en un anterior artículo que titulé “Sobre el respeto y el derecho a disentir” me permití hablar, a mi manera, sobre pluralismo ideológico y basándome en Fernando Savater clamar por un entendimiento multiético con respeto de la laicidad de los estados y traté de responder a la pregunta ¿ Por qué nos ha de doler, entristecer o molestar la diferencia de ideas ? (este escrito fue difundido a través de La Desentona).

En el mismo orden de ideas y con gran agudeza nos indica el escritor israelita Amos Oz: “Imaginar al otro no es una mera herramienta estética. Es además, a mi juicio, un imperativo moral fundamental. Y, sobre todo, imaginar al otro es un placer humano profundo y muy sutil. ...imaginar al otro es un potente antídoto contra el fanatismo y el odio.” Adhiero profundamente, así la práctica sea difícil tarea y esfuerzo permanente (¿inalcanzable?).

No creo, Nelson, equivocarme de blanco: el gran impeditivo del progreso en la senda hacia la laicidad es la religión dominante con su nefanda influencia. Insisto con convencimiento. Y si bien, estoy persuadido de su menor nocividad en relación a la que ejerce el islam en sus dominios, no es por tanto aliciente para consentir su devastador influjo, castrador de ideales neutros, laicos, progresistas.

Por último, cuánto me reconforta si mi ejercicio te parece quijotesco, honor me hace el símil. Codicio seguir considerando y arremetiendo con vehemencia contra molinos que parecen de viento -sí, que parecen-, con la esperanza de trocar realidades actuales anquilosadas en sueños libertarios ejecutados en el futuro. ¿Acaso se amedrentó en su empeño el Manco de Lepanto, mismísimo Hombre de la Mancha, a pesar de sus contradictores, entre los cuales figuraban hasta de los muy grandes? ¿Acaso no remató este utópico personaje con toda una tradición caballeresca? Modestos mis molinos tan sólo llegan a simples ringletes, pero no por tanto menos importantes en el cambio que, firmemente, creo nos es de deber, como legado para quienes nos seguirán; claro, mi quimera no inconfesa es antojarme de ver Aquí y Ahora estos cambios...

Abrazos quijotescos,

Fernando

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Datos personales

Gran motivación en la consolidación de una ideología libertaria; hedonista; redimida de prejuicios; derribadora de paradigmas, en particular los religiosos; cuestionadora de tradiciones; cartesiana...